13.6.11

El Silencio



Sin lugar a dudas, el silencio es uno de los misterios más sublimes, a veces crueles, de la vida.

Yo normalmente hablo muchísimo, a veces hasta por los codos y sin medida. Unas veces cosas interesantes; otras de cosas que a nadie les interesa. Unas veces con el verbo (aunque confieso que no soy muy bueno con su uso), otras escribiendo. Y creo que no me puedo callar la boca por que el respeto y el miedo que tengo al silencio es muy grande. Porque, querrámoslo o no, el silencio siempre trae consigo grandes revelaciones y, cuando las realidades son silentes, creo que llevan mayor carga y duelen más.

No obstante, debo reconocer que siempre he admirado (y hasta me son enigma) a las personas que usan los silencios como forma de expresión. Gente que se enfrenta al mundo con ese verbo silente, que su forma de ver la vida es eso mismo: verla más que hablarla. Muchas veces, gente que guarda las grandes verdades en ese silencio y que usa la palabra como mero salvoconducto. Cosas de la diplomacia.

Las palabras deben contener siempre verdad y decir algo que realmente importe. No hay que callar por miedo a lo que se pueda decir, a equivocarse o al miedo de ser cuestionados por lo que decimos. Hay que callar por respeto al silencio. El mundo está lleno de palabras vacías que, aunque en apariencia son inofensivas, son muy dañinas porque, en el fondo, lo que hacen es servir de mascarada.

Hay gente que habla sin parar para vender algo que no existe y que evidencian sus verdaderas carencias. Hay otros que hablan solo lo que el otro quiere oír. Y otros que hablan poco por el miedo a quedar mal, a herir o a ser heridos, poniéndole cárcel a las palabras que brotan en su interior. No, no es censura, es la libertad de decir lo que se piensa y lo que se siente. Las únicas que deberían apagar los silencios.

Pero callar no es un error, es una elección.

Hoy elijo creer que las palabras son algo más que sonidos que salen de nuestras bocas. Son nuestra verdad, por lo que hay que saber elegir. No todas nuestras palabras tienen valía en todos los oídos.

Y a este blog, que estuvo buen rato en silencio, le quedan ya pocas palabras...

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