19.10.10

Tres puntos suspensivos


Los meses de tránsito de vivencias, de la escritura de este blog, de comentarios, y de infinitos e inevitables delirios, me han llevado a contemplar una posibilidad que antes descartaba de modo empecinado y que tal vez, solo tal vez, encierre la solución del acertijo que, en repetidas ocasiones, ataca como cruzada mi cabeza. No estoy totalmente seguro de lo que voy a decir, pero existe una posibilidad de que me haya convertido en un dilecto miembro más del famoso Clan de los Tres Puntos Suspensivos

Para los que no la conocen, se las presento: Es una comunidad imaginaria, una logia integrada por aquellos hombres y mujeres a los que les gusta vivir en un permanente estado de tránsito. Sus miembros son partidarios de la espera y el entredicho, del leer entre líneas, de la espera letargada signada, en ocasiones por la euforia, en otras del dolor, en otras de la duda; de la entrega constante, del "tratar suavemente", de la paciencia perpetua y condenatoria. Abogados de confiscar el tiempo y el pensamiento en función de otra persona.

Creen en la utopía como escenario perpetuo y en la consagración del plexo solar, con flores y dagas, como un acto voluntario en el que, lo que menos vale, es saber si tiene sentido. Son los creadores y destructores absolutos de sus acciones y únicas víctimas de sus consecuencias.

Sus miembros son escasos, pero diversos. Uno de ellos es un caminante casado, divorciado y dispuesto a casarse 100 veces más. Otros más son unos diablos de Pandora que no piensan claudicar en el ampuloso ejercicio de la condena, así crean que jamás conseguirán eso con lo que tanto sueñan y que tardarían años en despojarse de sus tics de enamorados descarriados. También son parte del club unos fantasmas, que guardan por los compromisos amorosos la misma estima que le guarda un niño travieso a un perro con rabia: en vez de alejarse, prefiere meterle el dedo en la llaga para que lo muerda.

Ojo, no se trata de masoquistas, acomplejados, ni de solterones con delirios adolescentes, ni de contestatarios con mala suerte, ni de inmaduros confundidos que no saben lo que quieren. No, señor, todito lo contrario. Esta gente sabe perfectamente lo que quiere y tiene muy claro sus panoramas.

Las profundidades oníricas son sus escenarios perfectos, y se ocultan en la noche como sombras esperando el halo de luz. Saben que el amor es crímen y castigo cuando se ama de verdad, porque ni hay justicia en el amor ni se puede hablar de él tan alegremente como si se hablara de la pubertad, que tarde o temprano, efectivamente, llega. Porque el amor es sublime, delicioso y transformador; pero complejo, a veces autodestructivo, y no necesariamente llega. El amor es una verdad y eso en el Club de los Tres Puntos Suspensivos es un principio que se sigue a rajatabla.

Creo que es difícil animarse a ser parte de este clan. Lo más sencillo y "correcto" sería ser consciente y ver que, si es tan dificil, uno no debería autosacrificarse o "darse mala vida". "A otra cosa mariposa", dirían algunos. Es, por lo menos, lo estipulado en el típico esquema de "realización personal" que la sociedad aún incita entre sus miembros.

Puedes hacer eso si en realidad íntimamente lo deseas. Lo trágico es no reconocer tu esencia y optar por ese camino sencillo y asfaltado cuando, en realidad, te hubiera fascinado ir por otra ruta, menos tradicional, pero más tuya. Así, cultivo en mis noches estas ganas fervientes de besarle en mis noches a diario, de escaparme con usted a un rincón, desbordarle en pasiones y dibujar en tonos pasteles una pequeña postal de la felicidad. Si quieren pueden descargarme, sacarme la mugre y decir que soy un imbécil. Lo asumo. Por mi torpeza y mi falta de reflejos, soy más bien como un antihéroe, un Supermán corriente, sensible y bruto que no sabía manejar sus poderes, que hacía lo incorrecto y que paraba en conflicto consigo mismo. Ahora que se aproxima Halloween, si tuviera que elegir un disfraz, me disfrazaría de él.

Y por eso, con las mismas ganas y la misma pasión, seguiré cerquita de tí. Tres puntos suspensivos