2.5.11

Un regalo




Te regalo un cuento. Podía haber sido una salida con vino, baile y ponqué improvisado con velita robada, o una sesión de crítica fílmica con su respectivo mokaccino en donde más te guste. Pero no. Quería que fuera un cuento.

No es porque no anhele lo anterior, nada más lejos de la realidad...

Te regalo un cuento para que puedas hacerlo tuyo dibujándole una narizota, para que lo compartas con tus familia o con tus mejores amig@s. Para que elijas la banda sonora que te apetece que suene de fondo mientras lo lees. Así como yo tengo mis canciones para escribirte.

Te regalo un cuento para que puedas llevarlo contigo, dobladito en el bolso, o entre las páginas de un libro de turno. Para que cuando te fastidies de mi puedas estrujarlo y hacer con él una pelota de papel, arrojarlo por la ventana y mirar complacida cómo lo atropella un carro. Para que lo fotocopies mil veces y le entregues una copia a quien más te apetezca. Para que envuelvas con él los aguacates o para colgarlo en tu pared. Para que le claves alfileres los días en los que me matarías. O para apuntar encima del título el teléfono del servicio delivery de la pizza.

Te regalo un cuento improvisado. De esos que empiezas a escribir sin pensar y que no sabes cuándo acaban. Te regalo esta noche y todas las demás. Te ofrezco mi sonrisa non stop, sin conservantes ni colorantes. Aún a riesgo de poder ser acusado de alevosía y nocturnidad, y aunque puedan encontrarse muchos más agravantes.

Te dejo abierta la ventana para que te cueles, para que me espíes ésta noche. Para que me veas sin que te vea. Para que me cuides un poco sin que yo lo sepa.

Te regalo una idea. El concepto más hermoso de complicidad, un escenario vacío en el que buscar la manera de encontrarse. Te regalo un cuento que habla de amigos y de sueños, de noches incandescentes, de mí mismo mientras me imagino tu cuarto desde lo alto del cielo, antes de lanzarme en picado sobre la almohada. De kamikazes que se estrellan en tus brazos y que no vuelven a despegar, ni falta que les hace.

Te regalo un cuento indeterminado sin pies ni cabeza, sin trama ni desenlace final, sin argumentos y sin actores de reparto. Sin moraleja. Y si la tiene, que sólo tú la conozcas.

Te regalo un cuento que te llene de esperanza y de fe, que te haga sentir la presencia de tus seres queridos y que extienda desde el cielo los brazos de tu ángel guardian para que te guíe y te arrulle la noche. ¡Que confirme que todo va a estar bien!

Lo único que necesitas es apagar la luz, cerrar los ojos y la puerta de tu habitación, no necesariamente en ese orden. Dejar que te lea al oído, olvidarte de los quehaceres

Te regalo un deseo. Llenarte de unas ganas locas de reír y de que salgas corriendo en busca de una cinta bonita para el pelo. Que necesites llamarme y te encuentres pidiéndome que apague la luz, que cierre mi puerta y entonces, empieces a leer el mismo cuento que estás leyendo ahora. Y ojalá no podamos dejar de comunicarnos cada noche, para contarnos el mismo cuento. Toda una vida.

Un cuento para llevarte de viaje a tus lugares favoritos. A la playa, a las calles...

Te regalo un cuento sin papel de colores ni un "espero que te guste". Sin aplicar el IVA y sin descuento por pronto pago. Un cuento que habla de ti, que pueda leerse cualquier día del año, a cualquier hora, sea cual sea tu estado de ánimo o tu sabor favorito de helado.

Te regalo este cuento.