17.11.10

Carta Quinta



Vida:

Esta noche me ha prolongado frente al computador, escribiendo y poniendo al día alguna de las páginas de ese libro del que tanto te he hablado en mucho de nuestros tenidos encuentros, y de la que creo ya tengo las luces para terminar. Ya creo tener clara las ideas para varios de sus capítulos y el epílogo.

Creo, y no estoy equivocado al hacerlo, que será a su término cuando nos encontremos en el andén. Es por eso que me apremio a terminarla, pero sin omitir ningún ápice de lo que ya he escrito y anotado a pies de página. Pues, aunque es bien cierto que en el amor y en la guerra todo se vale, incluyendo las trampas y las estrategias, no es esa la ruta para conseguir lo que realmente se desea desde, y con el corazón, y más cuando la actitud a tomar, de manera solitaria e independiente, pueda poner en peligro la extraña y sobrenatural relación que llevamos desde hace unos meses, gracias a esas inexplicables leyes que rigen el mundo de los sueños, corriendo con ello el peligro de que nuestras vidas jamás lleguen a juntarse.

Pensando en todo esto que te escribo antes de tomar mi maleta de siempre, y llevando conmigo el deseo de que fuera hoy el día en que se de el encuentro que el tiempo y el destino nos tiene preparado para ambos; quiero decirte de todo corazón que ésta ha sido una semana en la que no he tenido descanso alguno. Temo que a causa de ello, y a que me descuido en lo que a alimentación se refiere, pueda terminar enfermándome. Lo sé, soy toda una calamidad en eso del arte de vivir solo; ha habido días en que, por esto de entregarme a escribir con una pasión desmedida, le he pasado por encima hasta tomar agua y eso no está bien. Por ello he puesto gran empeño en cambiar esa forma mía de comportamiento excéntrico. Porque no todo puede ser pensar y escribir, escribir y pensar –ya hemos hablado de ello-. Los desórdenes, sea cómo los miremos, no traen nada bueno en el desarrollo de la existencia humana. Voy aprendiendo paulatinamente y con sus respectivos escollos y mucho de eso te lo debo a ti, que a la vida hay que darle sus momentos merecidos:

Todo tiempo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo
Tiempo para nacer y tiempo para morir
Tiempo para la siembra y tiempo para recoger lo sembrado
Tiempo para herir y tiempo para sanar
Tiempo para lamentarse y tiempo para ser feliz
Tiempo para lanzar piedras y tiempo para recogerlas
Tiempo para dejarlo todo y tiempo para iniciar la búsqueda de lo que hemos perdido
Tiempo de guardar y tiempo de desprenderse
Tiempo de rasgar y tiempo de coser
Tiempo de callar y tiempo de hablar
Tiempo para la guerra y tiempo para la paz
¿Qué gana entonces el hombre si no es paciente y se fatiga con lo que hace?

He tenido a bien considerar que Dios pone a todos en una misión para que de ella nos ocupemos. El destino acondiciona las cosas a su debido tiempo y se ha servido del tiempo para motorizar los corazones. Pero a veces en nuestro proceder no nos damos cuenta de ello, para el disfrute que, de principio a fin, nos tiene preparada la cuenta del corazón.

Partiendo de este sencillo planteamiento, con tintes de intensión filosófico-teológicos, pero a la vez complicado y extraño para aplicarlo en nuestras vidas, o por lo menos en la mía lo ha sido, lo confieso; puedo con toda seguridad deducir, sin temor a equivocarme, que tu vida está marcando mi tiempo como desde hace mucho tiempo nada lo había tenido ocupado; y es por ello ésta metamorfosis que estoy sufriendo, y que creo que has notado, de hacer mis primeros esfuerzos por trascender de las letras a la palabra.

Y es por eso que pienso, y me propongo a darle el mejor uso y lujo de detalle a todo ese tiempo que me ocupas porque es él, a fin de cuenta, el que nos unirá en el abrazo definitivo. Y sé, porque me lo has dicho con razón, tomaré las medidas para llevar organizadamente los quehaceres diarios para que nada enturbie, por ninguna razón, el hechizo que, de manera paranormal, mantiene unidas nuestras vidas en la integridad de una pasión que anhela cumplirse a plenitud, con todo el fuego de lo etéreo y lo corporal.

Deseando más que nunca encontrarme contigo en el andén donde el destino nos ha citado, para que subamos juntos a ese vagón del tren de los sueños cumplidos, te espero pacientemente para el día que me cuentes de los sueños que aún estas por soñar y me cuentes...¿Qué te dicen tus silencios de mí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario