18.12.10

La última epístola: Carta Novena

Vida

Este invierno, llamado de forma intencionada por el destino para servir como testigo en nuestro posible encuentro en el anden de las ilusiones compartidas, está próximo a recibir la despedida de este año, aún cuando éste no es aún conocedor de la luz de un nuevo día. La madrugada, nacida toda ella de la locura de mi pensamiento de tí, es testigo presencial de esta carta, la última de este ejercicio epistolar que hoy llega a su fin, retirándose a la toma de nuevos aires, o a su sepulcro cerrando este blog.

A diferencia de madrugadas anteriores, debo confesarte que hay en mi algo de melancolía por tener que cerrar este ejercicio, pero a la vez feliz porque la liberación de todas estas cosas que en mi se anudaban y que, aunque sea de esta manera, ya se hacen palabra viva, quedándo como referentes de un sentimiento presente.

Ahora, para que esa felicidad adquiera categoría de plenitud, sólo queda que, finalmente, podamos unir nuestras manos para subir a ese último vagón del Tren de los Sueños donde han estado reservados esos dos asientos vacíos para nosotros.

Debo confesarte que siento un trance tal que espanta al sueño, un Delirium Tremens que agudiza los sentimientos y que sirve de impulso inductor al cierre de este ejercicio, proyectando quizá, de manera determinada, darle paso a otra historia, quizá más triste, quizá más hermosa y expresiva.

El café y el entusiasmo han sido mis dos mejores aliados a lo largo de tan motivadora jornada nocturna. Asentadas, como ya es costumbre en mí, están en un cuaderno todas estas cartas que llegan a su ciclo final. Aún no conozco cuál será el destino de ese cuaderno. Quizá vaya a buscar un puesto en el despiadado mundo editorial, pero a donde sí sé que irá con seguridad es a tus manos, en sus propios manuscritos a puño y letra; tomando en cuenta que, por ser la persona motivo para escribirlas, van dedicados entera y eternamente a ti.

¡Mi corazón se desborda y mi alma se regocija en ella!

Mis cosas están todas ya recogidas. Y mi maleta de los sueños pesa mucho más que las veces anteriores. Algo me dice que todo será diferente y que, finalmente, podremos fundirnos en ese abrazo largo, prolongado y anhelado, llegado el momento de nuestro encuentro. O por lo menos así lo deseo.

No tengo la menor duda de que todo será igual a como ya lo hemos vivido en el mundo de los sueños. Tu estarás allí, junto a la mesa a media luz, vestida con esa blusa que te hace ver tan elegante. En tu rostro habrá esa sonrisa tantas veces bendecida por mi al hablar de los sueños puestos en común. Tu cabello suelto, declarado libre, jugando en el aire que lo engalana, entrará en perfecta combinación con el brillo sensual, pero a a vez tierno y amoroso de tu mirada; esa arma que siempre haz usado para descubirme, entre las muchas personas que, al igual que nosotros, estan llamadas a subir al expreso, en ruta a pisar los rieles del destino.

Moviéndome entre la gente, yo caminaré a tu encuentro sin entretenerme en nada ni en nadie, y llevando los nervios de siempre y el miedo de que, por torpeza mía de última hora, pueda perder el tren al que tanto he anhelado subir en tu compañía desde hace mucho tiempo.

Miro el reloj que tengo sobre la mesa en la que habitualmente trabajo, y le pido entonces al tiempo que apure el movimiento de sus manecillas para ver llegar la hora en la que debo partir, aún cuando falta por darme una relajante ducha y vestir como tengo pensado para que, con facilidad, puedas reconocerme al ver que camino hacia ti.

Sonrío y digo para mis adentros. ¡Que facinante es soñar con una cita de pasión vivida a plenitud al abrigo de un tiempo libre de toda atadura en orden a lo natural!

A causa de todo ello, me animo a no olvidar nada de lo que aún me queda por hacer; es por eso que doy un repaso a la lista de cosas pendientes.

Como te comentaba al inicio, será el nuevo año, cargado de tu influencia, quien diga si daré inicio a un nuevo ejercicio, sintiéndome arropado por tu compañía y teniendo la recta intención de darle nueva vida a la tinta que nutre mi pluma, para que sea ella, en libertad, la que inicie su nueva andadura quijotesca al amparo de las noches y madrugadas de mis días, con miras a la mejor y más hermosa de las puestas de sol, que me permita, siendo tan poca cosa como soy, y como tantas veces lo he deseado en el alma, al paso de una noche vivida sobre la cabalgadura de las letras y las palabras, ver la llegada de ese amanecer tenido por esperado en el que siempre, contando con tu compañía, me acerque al estrado donde he de recibir un Nobel en su boca por garabatear sobre el papel y el teclado.

¿Qué impotancia tiene llegar a disfrutar ardientemente de la viva fragancia de una rosa ofrecida por la vida, si antes no hemos experimentado en el alma esa terrible sensación de dolor vivida en mortal agonía al habernos herido, una y mil veces, con la arista siempre punzante de una misma espina?

Ahora es el momento de recoger mis maletas, pidiendo como un mantra, a lo más divino, que nuestras vidas puedan unirse más allá de la frontera de los sueños. Sólo espero, y es éste el temor que me asalta y se va conmigo en mi equipaje, no estar equivocado; pues para mí sería muy doloroso el que hoy, después de tanta alegria tenida en alza, nada ocurra como debe ocurrir y, una vez más, al igual que muchos tiempos anteriores, tenga que regresar al ocaso donde siempre me oculté, en la frontera de la última hora de la tarde y la primera de la penumbra, con el corazón roto en mil pedazos, por causa de no haber podido subir contigo al último vagón del Tren de los Sueños.

Aún así, graba para el resto de tu vida que, aúnque ésto sucediera, y amándote como siempre te he amado, siempre estaré en una banqueta cercana, para correr a tu encuentro.

No quiero un último trago contigo.

¡Te adoro!

2 comentarios:

  1. Hermosa, sentida y perfecta. Éxito en su viaje y recorrido, espero que ese tren llegue puntual, y usted y su amada, se reencuentren ¡por fin! para sellar su destino. Que Dios los lleve, fue un placer compartir sus letras.

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  2. Feliz Navidad y próspero Año Nuevo Andrés, deseo de todo corazón que el 2011 sea aún más fructífero de lo que fue el 2010, que tu corazón y alma se llenen de paz y amor. Que goces de salud y bienestar y que tu trabajo te reporte miles de beneficios y gratificaciones. Espero que todas y cada una de tus plegarias sean escuchadas, y que tus sueños dejen de esconderse en la almohada para convertirse en una tangible realidad.

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