23.12.10

De vuelta y vuelta

Muchas cosas pasaron por mi cabeza en este mes de ausencia de este espacio...

En este viaje, y por tener tiempo de sobra para entregarme a la tarea de pensar, entré a detallar, sin habérmelo propuesto de manera deliberada, que sumaban muchos fines de semana durante el año en que hacía esta rutina de largos viajes sin mayor compañía que mi música, mis cigarrillos y mi pensamiento en usted, que hizo halos de luz en la silla vacía del acompañante. Unos días lo hice con mucha alegría, otras enojado, y alguno más con el agotamiento a cuestas, a causa de esas largas jornadas de trastocamiento intelectual para las que nunca, en lo personal, tuve otro momento de descanso que no fuera el detenerme a tomar un café, pero, a decir verdad, siempre motivado por la ilusión de saber que, al llegar a mi destino, podría descansar y evocarle, costumbre sempiterna de mis días.

En el ambiente nada me era extraño. Yo, como otras tantas veces, formaba parte de aquel espacio hecho en la nada, donde la carretera es la reinante, el punto de conexión con destino a uno u otro lugar.

La gélida corriente del pasado mes obligaba a cerrarse la chaqueta hasta lo más alto del cierre y ajustar la gorra a la cabeza, con miras a evitar la congelación de las ideas; sin pasar por alto en ello, que las manos debían ser mantenidas a buen resguardo, bajo el tejido térmico de unos guantes de lana que, en su labor, bien servían para evitar que ámbas quedaran a merced de las tempraturas reinantes.

Fue un mes para no reparar en el tiempo y entregarse en pensamiento de usted. Tiempos para detenerse en algún paraje y perder la vista en la inmensidad, para así aplacar, de manera entretenida, la ansiedad que me embargaba, para finalmente, y después de madurar internamente la idea -y forzado por una llovizna con visos de granizo-, decidír continuar el viaje. Fueron tiempos para brindar por usted, estirando mi mano derecha para tomar la botella de brandy que decidía llevar para aplacar un poco el frío y calentar los pensamientos, dandome cuenta que tengo un leve pero prolongado dolor en las muñecas, pero que ya me estoy acostumbrando al mismo con el pasar de los días. Unas veces el dolor se hace sentir más, y otros menos; pero se ha mantenido allí, recordándome de alguna manera que nosotros, los seres humanos, estamos hechos de un material tan semejante al usado por el alfarero en la confección de cada una de sus artesanales piezas.

Igual, y por servirme de la comparación, pasa con el amor sentimiento: hermoso todo él en su existir, pero extremadamente frágil por causa de la debilidad de la estructura que lo alberga. Y es que, si no cuidamos de él, y le atendemos como bien se merece, termina fragmentándose, haciendo desde luego más dificil su recomposición. Muchas veces lo pensé en ausencia.

Fueron días para recrear en mi mirada todo lo que pasaba a mi alrrededor, y para poner a volar la imaginación con el interés de mantener activos mis pensamientos. Los mismos que, con su nombre y apellido, salieron desde el primer día.

Ya de vuelta a la realidad, algo más que sorprendido, pude notar que varios espectros se han colado en la estación . Así, sin haberlo pretendido, los recuerdos volvieron a mi mente de una forma vertiginosa. Lo confieso, he sentido algo de incertudumbre y dudas, pero resuelvo no entrar en un conjunto de absurdas contradicciones, que no conducen a nada en particular. Gracias a esa decisión, las imágenes se volvieron a hacer presentes con toda claridad, dando paso a una serie de secuencias que, sumadas una tras otra, sirvieron para alimentar de fuego lo que siempre me ha resultado familiar:

Y es por eso que estoy nuevamente escribiendo…

Creo que a nosotros, simples mortales de carne y hueso, Dios nos ha ofrecido la grandeza de los sentimientos para concebirnos la eternidad, de alguna manera. Todos, porque así fue considerado en su momento, estamos amasados por el mismo barro de vida, moldeados con las mismas manos y creados para ser felices, aunque muchas personas, en estos tiempos de hoy, no han llegado a entenderlo de tan peculiar manera.

Y lo confirmo, pues usted se me hizo eterna…

A mi mente, pensando en todo ello, acudieron imágenes de situaciones pasadas. Éstas, sin ser su intensión, me aclaran de alguna manera los tiempos que van a venir.

Por ahora miro al gran ventanal y rindo nuevamente tributo al paisaje que no me es extraño. Lo que siento por usted. Amen que, tantos días sin escribir, me han parecido toda una eternidad. Hasta creo que he perdido la práctica, que creo deber recuperarla. Dejaré, sin prisa y sin pausa, que los espectros pasen delante de mí en su andar. Total, y cómo ya lo sabía desde hace muy buen tiempo, cada cosa tiene su lugar debajo del sol.

Mis letras no quieren alejarse de ti. Espero, como hijas que vuelven a su hogar, sean bien recibidas

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