18.3.10

Cuando es justo o no morir...


Lo último que yo quisiera diez minutos antes de morir -de la forma que fuera, natural o violenta, uno no sabe cómo va a morir por estos lares- es que me dieran el más fuerte de los abrazos. La muerte, de cualquier forma, es de por sí fastidiosa, inoportuna y grave, como para que además le pase desapercibida a los que están alrededor. Por eso, desde ayer, me ha estado dando vueltas la imagen de un hombre al que asesinaron muy cerca de mi trabajo y que, para haber sido asesinado tan cerca -e inclusive, varios vimos el cadaver desde la lejanía- paso algo desapercibido por muchos en el edificio. Hoy encontré en el archivo la foto que le realizara uno de los fotógrafos.

No hay cabezas visibles, sólo el cuerpo ensangrentado y mugriento de este hombre, que a todas luces podría pensarse que es un indigente, o un drogadicto al que le pasaron factura. Aunque, de ser esta última, parece raro que no le hayan quitado nada. Lo cierto es que duró horas allí. Inclusive, el reportero de sucesos levantó el hecho, le hicieron esta fotografía y las autoridades "hicieron la experticia" y se fueron, dejando el cadaver allí, en el mismo sitio. Pasadas las horas hasta a mí me envolvió la historia del muerto: dos hombres vestidos de civil y con chapas de la polícia se me acercaron fortuitamente para preguntarme si sabía de algún muerto por allí. Y, conociendo cómo puede ser un policía en este país, preferí callarme la boca.

Y es dificil que no se escape en uno, por algún segundo, una pizca de humanidad; esa misma de la cual se reniega al hablar de ladrones, drogadictos, prostitutas o indigentes. ¿Por qué no se lo llevaron?, ¿Existe el calificativo de 'escoria social' aún vigente en nuestros días, mucho más en un país donde las autoridades se dan golpes de pecho autodenominandose 'humanistas'?¿Por qué nadie advirtió de ese cadaver? Y otras preguntas, si tratamos de mirar más allá. ¿Quién habrá sido?¿Sería indigente o drogadicto?¿Le habrán pasado factura?¿Por qué tanta gente sucumbe por drogas a estos extremos?¿Hasta cuando tanta desidia?

Lo que más me espanta de esta foto, no es la muerte. Es la soledad. Allí lo dejaron, nadie lo está mirando. Ni siquiera el fotógrafo, que ha improvisado una foto de montón. Nadie le está diciendo "dale guevón aguanta", ni "vamos chamo, que de peores has salido", o ya, de resignación, un "que bolas, esto se pudo haber evitado", ni nada. Quizá horas antes se burlaba de la muerte, hoy sus colegas lo acompañan en el nicho imaginario a donde creo que van todos los muertos.

La foto me hace imposible saber si su gesto es de impotencia o de dolor físico, o ambos. Su mano izquierda, la del reloj, se aferra a al suelo. No mira a nadie. Nadie tampoco lo mira a él. A veces veo la foto y me parece que aún estaba vivo y sabía todo. Era consciente de su bala en el abdómen y de la cosa rara que tenía en su cara; era consciente de por qué había sido asesinado y de la pésima sanidad pública que lo esperaba impotente para verlo morir.

Y ustedes dirán ¿para qué dedicarle tantos caracteres a un indigente o drogadicto?, "quién le manda, le pasaron factura y ya". Y sí, se que en nuestro depreciado país de inseguridad, violencia y muerte hay muertos más dolorosos, más graves y, si ustedes lo quieren, más dignos. Pero una muerte es una muerte, y son nuestros gobiernos y nuestra sociedad que aún señalan con el dedo, que aún guarda conceptos de "escoria social", que mide en dignidades una muerte, las que pudieran evitar, de alguna u otra forma, que estas cosas sucedieran. Por algo Jesús tenía entre sus prioridades a los leprosos, las putas y los ladrones.

Lo menos que esperamos todos, cuando nos llegue la hora, es que alguien nos esté abrazando, o tomando de la mano, o mirando. Por eso esta foto es tan terrible. Y aunque no hubo ni gritos, ni ráfagas y sirenas, sabemos que en realidad, cuando el fotógrafo disparó esta foto ayer, había en el ambiente un silencio ensordecedor y un hombre solo. Sin nadie al lado.

*Foto: Boris Vergara

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