15.7.10

Je t'aime moi non plus (Muriendo de amor)


“Y matarme contigo si te mueres” quizá le habrá susurrado ella al oído. La historia de estos dos enamorados no la canta Sabina sino que la publican los periódicos y medios digitales españoles, donde ayer se reportó el hallazgo de una pareja de cadáveres –literalmente- abrazados.




La pareja, de aproximadamente 80 años según los patólogos, fue encontrada en su piso en Vigo en avanzado estado de descomposición. –Sí, seguro que estarán pensando que pendejadas me pongo a leer yo en las guardias nocturnas- Lo cierto es que, después de darle vueltas a la escena –sí, me salió mi porción necrófila, lo admito- y del respectivo debate con los cercanos para sondear opiniones, la única reacción que pude generar en mi básica cabeza fue recapacitar una vez más en el poder mismo de los sentimientos. ¿Puede un sentimiento ser tan grande que pueda llegar a acabar con nosotros?. Los sentimientos nos arrastran sin nosotros poder llegar a hacer nada por evitarlo. Nos dicen que es solo química, ¿pero esa química es tan poderosa como para hacernos sucumbir físicamente?

La historia, la literatura –y hoy, hasta los sucesos- nos remiten a pruebas de ello, con todas las críticas posibles al concepto de "morir por amor". Por ejemplo, Romeo y Julieta –donde, más que la historia, la contradicción puede nacer del propio Shakespeare-, ¿Qué tan jodida podría estar Julieta para clavarse una daga en el pecho por Romeo? Apenas y lo conocía. ¿Cuántas veces se habrán frecuentado antes de casarse? A lo sumo unas cinco. Y sin embargo, Julieta decidió morir por amor en lugar de seguir con su vida al ver a Romeo vencido por el más vil veneno del apotecario.

Lo mismo podría decirse de "Madame Bovary" por tragarse semejante cantidad de arsénico al verse abandonada por su amante Rodolfo (¿o León? Ya no me acuerdo) -aunque con el tiempo he llegado a la conclusión de que ese fue un suicidio por amor propio (o la falta de)-.

Es más, no vayamos tan lejos, la Reina Amidala desfallece aún con Leia y Luke en su vientre cuando se entera de que Anakin fue el que mató a todos los pequeños padawan en el templo y que sucumbió al lado oscuro de la fuerza para convertirse en Darth Vader. La enfermera robot sale de la sala de parto diciendo que "ha perdido la voluntad de vivir".

Hasta el ser inmortal más famoso del final de la década, Edward Cullen desafía a los Volturi esperando que lo maten cuando cree que Bella está muerta. Y seguramente como Julieta, Emma y Padmé hay más ejemplos de "morir por amor" en los libros y películas.

Pero si hasta el momento piensan que el asunto es un recurso literario, pues trasciende la vida real. Conocido fue el caso de Nalan Geçer y Ferdi Yalçin, dos turcos enamorados que se fugaron de su pueblo en la provincia de Agri huyendo de su pasado y de sus compromisos, sin embargo, la luna de miel duró lo que tardaron sus familias en encontrarles. Cosa ruda en un país como Turquía, donde con demasiada frecuencia suele correr la sangre por rencillas familiares y problemas amorosos. Nalan tenía tres hijos y lleva bastantes años casada. Ferdi la conoció cuando hacía el servicio militar en el pueblo de al lado y tras unos meses de romance clandestino decidió que no quería esperar más.

Por si faltaba sal y pimienta a la historia, la familia de Nalan denunció que la niña tuvo que ser forzada para hacer algo así y exigió explicaciones a los padres del amante por el "rapto". Al día siguiente las dos familias quedaron en discutir el asunto y hacer las paces, pero la escalada de tensión llevó al combate, alguien sacó una navaja e hirió en la pierna al tío de Nalan (la dama). Como respuesta, éste sacó una pistola y mató al enamorado y a dos familiares suyos. Y la tragedia no terminó ahí, ya que la parca todavía rondaba por Agri y quiso pasar por el funeral. Un minibús que trasladaba a familiares hacia el cementerio colisionó con otro autobús y otras dos personas más de la familia murieron. En fin, ¡Eso si es morir por amor!

Otros ejemplos no son tan difíciles encontrarlos. Y tampoco de otros continentes. Sólo dense una vueltita investigativa por nuestras páginas de sucesos y recopilen los crímenes pasionales. Aparte de ser un lúdico ejercicio, podrán reconfirmar la teoría de que el amor es el mayor y más fuerte de los sentimientos, llega a inhibirnos del mundo e incluso a solo pensar y vivir para él.

Cada quién tendrá su forma de pensar, a unos les parecerá dulce, a otros la mayor de las pendejadas. Yo por mi parte, confieso que más que reflexionar, prefiero morir por amor. Enamorarme hasta la médula, pues no me va eso de poner cortapisas al amor como prevención a lo que pueda ocurrir. Me perdería lo mejor del amor y es embriagarse del propio amor, aunque después andemos como perros apaleados, reconozco que merece la pena el precio. Por eso muero con paciencia...

... y muero y renazco cada día, sólo con verla…

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